Bosques y máquinas//

“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"



atisbos de la ciudad [deseos]
22.6.09 @ 4:04 a. m.

esa no es la canción en la que queremos estar
faraday, lost

cada célula grita
leland palmer, twin peaks



hola, quiero contarles que necesito re-mirar a la ciudad. su arquitectura como imaginismo hecho realidad. me refiero a lo más bello que hay en su corazón, como en una especie de cartografía, de subrepticia felicidad y de inquietud.
no se imaginan de dónde proviene este ímpetu con sus secuelas de urbe y música: de batman.

¿descabellada asociación?.

pensé en este superhéroe vulnerable en su psique por las dentelladas de un joker provocador y capaz de lograr una desestabilización profunda, sólo combatible vía un sobrehumano impulso revitalizador.

las relaciones entre epígrafes e historietas pueden ser desconcertantes y lo que importa es lo que se desencadena. un periplo de subjetividades para mirar el gran espacio multiforme en el que vives.
de abismales panorámicas y confrontaciones urbanas, de glamour perfilado en acciones creadoras, y de toda esa música que sale de los lugares que ves mutar según el paso de los días y especialmente de las noches. en ese punto batman se erige como el símbolo de lo imposible en la infinita noche del comic. su darkie desplazamiento se estrella contra la claridad de la ciudad prefigurada. siempre hay una ciudad debajo de la ciudad y otra encima de ella. así que la fusión opera como algo que se va a deshacer y a renacer. y como lo sórdido crece en las ciudades, mirar lo que contiene la ciudad puede ser hasta cierto punto devastador aunque sea predecible.

nos gusta abordar a la ciudad desde mayores perspectivas, de la ensoñación al terrorismo que subyace en su torva realidad. batman de muchas maneras puntea espectros y asombros.

hay mucho por recorrer. y la electrónica de las herramientas, lo materializable y los flujos que contiene la ciudad están allí ofrecidos. sólo hay que atravesar, bucear y escribir.

la ciudad post-industrial como criatura naciente chocando con la ciudad moderna. ante esta colisión me preparo: nunca desprecio mis sueños. como cooper en twin peaks, prepararse. y silbar.


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Limpieza
30.11.08 @ 4:38 p. m.

Justificar a ambos ladosEl movimiento cotidiano. Leer en la noche espaciadamente. Blipear. Tomar té. Levantarse luego de haber dormido 4 horas. Reiniciar el ciclo diario. Limpiar. Debajo de la cama, las bolitas de polvo, encontrar arañas, recordar libélulas, el murmullo de sus vuelos. Un pequeño terror cuando se agolpaba una contra la pared. Las ventanas abiertas. Una típica mañana soleada y es domingo. Usar detergente profusamente, enjuagar la ropa lavada. Limpiar mayólicas. El baño quedará aromatizado. Los jabones huelen a heno. Verde verde y el sonido del agua en la ducha. Hay polvo por todas partes y las ranuras del placard deben ser limpiadas con una pequeña espátula.

La iluminada habitación tiene esa cualidad: sólo enciendo la luz hacia el anochecer. No tengo compañía en esta mañana y escucho la voz del niño que ha aprendido a hablar y que corre por los pasillos. No me inquieta ni molesta.
La otra noche tuve un sueño angustioso. Veía a mi tía y su cara parecía tener un velo como los que usan las mujeres musulmanas. Me hablaba ininteligiblemente pero yo captaba el significado de sus palabras y sentía que todo era real. Me movía. En el sueño estaba paralizada pero mi cuerpo se movía. Ustedes saben cómo son esos sueños en los que uno se siente atrapado y confuso y siente al cuerpo abrumado. El llanto del bebé que vive en el departamento contiguo me despertó. Quise levantarme e ir al depa a tocar la puerta y preguntar si podía ayudar en algo. El bebé seguía llorando. Con él viven dos chicas solitarias. La madre se veía voluminosa cuando se instaló con sus muebles y sus maletas, con pinta de gitana desterrada. Ahora va recuperando su cuerpo y al verla, inevitablemente la asocio a mi primer año de madre. La otra chica me recuerda a Midori*, pero sin ojos rasgados. Una vez vino a pedirme azúcar cuando masterkid estaba aquí. Le hubieras dado todo el frasco, el azúcar es dañina, dijo él. Ya no me sorprende que masterkid me dé esas recomendaciones. Es un niño empecinado en comer sanamente. El ansia de un niño por alejarse de ciertos alimentos, cosas, gente. Puede ser bizarro, pero no, masterkid no habla demasiado, solamente mira intensamente y actúa. Y esa tarde, sonreía escuchando mi réplica. La chica se había ido y nos reímos mucho, porque hace unos minutos una mujer que recién se había mudado vino a pedirme dos soles para dar de comer a su niño. Y eran las 4 de la tarde. Se había quedado sin efectivo y más tarde me lo devolvería. De pronto me veían como alguien a quien acudir, en un misma tarde. Una tras otra. Así te sientes rara, pero te alegras y reír con masterkid por las coincidencias fue al fin como un corolario del día.
Pinta niño la escena, eh.


Una se siente afortunada cuando sabe que cuenta con tarjeta de crédito cuando ve estos casos. En ese momento, recordé los primeros años de masterkid. El quinto lugar donde vivimos, que era una azotea en San Miguel. El mar cerca y a dos cuadras el Parque de la Media Luna. Limpiar en ese departamento nuevo, construído especialmente para alquilar, era un proceso detallista. En las azoteas, el polvo suele entrar en corrientes de aire caliente en verano y ustedes saben, eso es torturante. Pero luego las tardes son bellas en las azoteas y sentarse en las bancas para mirar como anochece es una manera de limpiarse por dentro. Extraño aquella azotea. Uno mira el pasado por el lado hermoso para no recordar que andabas a veces en dilemas por la comida del día. Trabajar cuando aún el niño no camina se hace muy difícil. A nuestras vidas aún no había llegado la computer. La otra noche. Una de las más emocionantes, con Luc y Jstar, estuvimos recordando amigos. Ana y sus marionetas. Ana pasando un año nuevo con nosotros. Adrián, su pequeño niño durmiendo y mi hijo en el camarote también. Dos pequeños ángeles o dos pequeños diablillos si los dejabas juntos más de 5 minutos.
Jstar estaba en el viejo Continente y Luc ya vivía en la ciudad de las Torres Gemelas antes de aquel 11 de Setiembre. Nuestro caminos se dispersaban. Lima seguía siendo épica pero ya no estábamos juntos. El éxodo de la gente a principios del 2000 no era tan fuerte como en los años de atentados en Lima y el país, pero la gente seguía marchándose.
Nosotros nos quedamos.
Lima en los inviernos puede ser devastadora climáticamente. Pero Lima copada por el terror se había convertido en una ciudad siniestra para muchos. Ningún invierno desolado a pesar de todo. Uno se va limpiando lentamente entre marejadas Pero debes ser constante, porque sino retrocedes y te ensucias, te llenas de dolor, te alejas de la fiestas, de las noches tranquilas, de los libros, del cine. La ciudad puede ser una madre cruel.
Lima, cada vez crece hacia adentro como una ciudad que descubres si la quieres. Su complejidad llega a ser absorbente. Cada uno experimenta a su ciudad de manera distinta, lo sé. La idiosincracia reúne sentimientos que vienen desde antes que hayamos nacido, como especies de genes históricos.
El último de una estirpe soberana: pienso en Taulichusco. Cada vez que voy a ver libros en el centro de Lima, paso por la piedra monumento que está en un pasaje, cerca de la Plaza Mayor.
Contemplar la piedra: verla como una erosión de los siglos. Poderosa sensación.



*


Un hombre mira una máquina.

La máquina mirando al hombre.

Si la máquina mira al hombre, si lo mira realmente, ¿significaría que el ser humano ya no es el único ser vivo que tiene el poder de mirar y por ende, de imaginar? ¿la máquina imaginará a una velocidad que el ser humano no tiene? ¿qué pasará? ¿de qué limpieza podría hablar una máquina si aborda la subjetividad?.

Respuestas pragmáticas. La claridad, el raciocinio, los discursos, las soluciones. Conocimiento acumulado y fagocitado. Lobotomización. Dogmas.

U otros caminos. Que hace rato existen. ¿Limpieza?.
Máquinas, seres deseantes.



* Midori, personaje de Tokio Blues, Novela de Haruki Murakami.
Foto, vía Google.

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¿la eternidad?
26.11.08 @ 9:32 a. m.



Tenemos que recordar que no existe eternidad...
Héctor Lavoe.





Pasan las canciones, el olor de la ciudad, del sexo, la intemperencia, la tersura de tu piel, la risa, la lluvia, los niños jugando en los parques, las partidas de ajedrez, las fiestas, los crímenes, la misma muerte. Todo pasa.

Ya no los veré algún día. Todo parece haber sido dicho y no, porque volverá a ser lanzado en cada punto cardinal del planeta. De la soledad y su mecánica, hablarán una y otra vez.

Tu simple canción, la de los momentos extremadamente cotidianos también desaparecerá contigo. Ilusionismo, reciclaje emocional.

La metafísica acaracolada. Aparte.

Concreto cuerpo.
Abstracción musical, es lo único que quedará cuando nadie te diga algo, una sola palabra dulce. Y qué swing tan solitario. ¿No importará?.

Quizás el llanto del nacimiento, retorna. La risa lo mata. Dame tu risa niña. Polifónica.

Temporal el texto. Busco algo más denso. Terrorismo íntimo. Serenidad hacia dentro como consecuencia.

Escribir otra vez.



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Devotage 9
@ 9:02 a. m.

Ese final del episodio* sobre un inspector jefe que confiesa cómo mató a un hombre. Pensaba que era el asesino de su hija. Y habla del abrazo.
Tendría que haber sido abrazada una vez . Y no ser lanzada a ese lugar.

Desesperante música de Steve Reich Piano Phase en ese loop que Glenn Branca usa de una manera polianímica. SR lo despliega para el tema punzante.
La cadencia íntima del cuerpo que absorbe la música. Reich prefigurando el efecto.


Un asesinato cometido al hombre equivocado.
Unos ojos de mujer perpleja, cayendo al vacío. La mujer del Inspector en un instante sabe que su vida fue una mentira profunda.

El vacío. El vacío.

La filosofía, todos los absurdos, los desencantos, el humor fácil, las miradas sesgadas, el juzgamiento, el amor artificial.

Entusiasmarse, amar lo imposible, reunir imágenes felices, transformarse al escuchar una composición compleja. John Cage.

Y los retornos. La belleza. La lucha travestida. La gran tristeza.

No vas a recuperar los momentos hermosos y ese es el costo de la felicidad. Lo irrepetible.
Ian Curtis cantando Atmosphere en la mañana nublada. Y otra vez volver al cuerpo, salir a explorar la ciudad, su corazón. Taquicardia de la ciudad. No hay Faustos. Hay máquinas turbulentas. La ciencia. La sangre.

Volver.



* Episodio de Inspector Morse, en el que IM resuelve un caso donde está implicado un Inspector Jefe.



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splendid
10.3.08 @ 1:49 a. m.

veamos fauno qué injusto es usted con su cello a la espalda

comiendo helado de vainilla para derretirme sobre su pentagrama

su notebook llena de apuntes para su flaca con flequillo

su boca rosada exhalando notas musicales sobre mi cuello

colores pasteles en su haiku escondido

llena de verano está su cara pegándose a la mía con olor a limón y sándalo

jardines y mar en el asalto al cuerpo ruborizado acomete

y cuando la ciudad explota en crepúsculos me enamora hasta el canto,

el que no acaba con blasfemias ni ruegos a la hora punta de la cadencia

peregrinaje de dos cuerpos estrenando un single a susurros

vaya usted a saber cuán inmensa es la gloria de una tarde frente al mar y a lo lejos los rapaces y desamparados chicos corriendo en la ciudad abierta

alguna vez dorada y hermosa como las utopías



fauno en la aventura y en su fiesta desposado
retroflash para la sagrada alegría

y en el cielo los demonios aparecen sonrientes

mientras la ciudad y nosotros somos uno

con la ligereza de los sempiternos amantes de los cuentos

antes de los acaboses cuando voltee la esquina el criminal apurado

antes de los antes de su partitura rojinegra

como música bajo el agua la sensación rica y el lirismo desmielado

usted con su cello cual gato en la tarde bonitísima

me ama

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De regreso tram tram
12.1.08 @ 10:51 a. m.

Volví a una bitácora que hace tiempo no leía. La lealtad a un blog se determina por detalles, generalidades, y por algo indefinible como lo que sucede cuando eres fiel a una amistad aunque pase mucho tiempo. Nada de cielos o infiernos, materiales inflamables que arden al mínimo contacto con una sustancia corrosiva. Por ejemplo Film X podría ser considerada como la secuela de un proceso y no sería fallido verlo de esa manera, sólo que no es lo único. Hay mas y más porque es simple y complejo ser humano. Lo inhumano se filtra en las noches solitarias sintiendo a la ciudad en su vastedad, y estás pasando el jugo de naranja, así que tu garganta se humedece y hay color en el aire. Sí, raro. O cuando ya no hay mate y cada objeto cercano está tocado por la soledad propia. Todo se conecta con uno y uno se conecta con todo. Así que a pesar de lo nebulosa y turbia que se torna la vida, hay resquicios de días que no volverán, de noches marcadas por el insomnio y el agotamiento. Leer un blog lleno de violentos relatos puede ser grato en ese sentido tarantiniano que te sacude y te recuerda que hay demasiada debilidad en la gente y que tú no eres la absoluta excepción. Que transpiras frío cuando manejas la bicla en verano, por las calles pequeñas de tu barrio. Aún hay algún rascapies tirado en la pista y si llueve finamente, es lindo. Como si toda la violencia fuera lavada por la lluvia en un instante. Manejas la bicla y recuerdas el relato sobre la ciudad plena de gente maligna. El hombre que destroza el cráneo de un proxeneta y la muchacha que bebe su esperma llorando, putos y asesinos marcando el ritmo de la ciudad. Pienso que Lima aún no es tan feroz como Madrid y luego no, a veces puede serlo, no cada día ni a cada hora, mas sí, y me reduzco por un instante a un puñado de huesos crujientes, a una voz susurrante, una niña acurrucada en su espacio oscuro. Abro los ojos y vuelvo a leer, recordando de pronto al criminal del martillo que nunca pasó hambre. O sí, siempre tuvo hambre de vida. Era un chico ensimismado, extraño y solía andar solo como un perro expulsado por otros perros.
Era un sufriente desalmado que mató a una adolescente risueña.

En mañanas como ésta cuando el sol quema la piel y los niños juegan en las calles o salen con sus skates hacia las playas, tengo nostalgia de los bosques que no conocí. Todo eso se repite, digo, la sucia nostalgia, la sensación de no pertenecer a algún lugar aunque después sienta que la ciudad es el espacio irreemplazable y que los libros esperan en estanterías, mientras la palabra placard resuena maravillosamente cual irrupción que corta la escena negra. Un sonido, una pronunciación cual mantra de tránsito. Negra la vida, negro el universo, todo lo mejor negro y a color cuando lees quizás un cuento donde el movimiento es constante como un péndulo ligero y el soundtrack tiene la voz de Lou Reed que se pregunta por qué no puede ser un hombre bueno.

Querrías ser violento como Harry el sucio o como Raskolnikov, o tal vez como Robocop, justiciero e inmisericorde, racional como una máquina reestructurada entre cyborgs, un vengador separado de las burocracias, un estudiante hosco amado por alguien que no sabe orar y que siempre ora a su modo, como los mártires inconscientes que pululan por la ciudad incendiaria. O no puedes ser ese hombre bueno del cuento, eres la mujer, eres el hombre que camina sin mascotas, sin nada por la ciudad rota, por la ciudad recompuesta, rearmada después de las convulsiones de ayer y Lou se pregunta otra vez por qué la bondad es difícil. Nosotros salimos de casa y en los paraderos de los autobuses, algo sabemos, poco a poco o de golpe, como extranjeros torpes en medio de una metrópolis hostil, exudados sin coca cola ni zapatillas nike, solitos y de alguna manera libres.

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