“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"
Bosques y máquinas//
“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean" Fotografías perdidas
3.7.10 @ 2:05 a. m. [Numeradas en random] 1.- Un acuario iluminado cálidamente y al fondo el cartel neón de cine. Hallowen II. 2.- Una niña de tres años con overol jeans y dos colitas al costado de las orejas. Mirada de impacto triste. Un flash a color y en la radio sonaba Angie. Rolling Stones y yo. 3.- Una mancha de sangre en el asfalto. Nubes tóxicas. La Avenida Colmena en el centro de la ciudad. Alguien tomó la foto con su polaroid. Me dijo: Te la guardaré. Invierno del 94. Explosiones. Patineta. Muñecas rotas. Destroyed time. Etiquetas: fotografías, k, la filmoteca del museo de arte de lima, rob zombie, rolling stones Michael Myers
27.4.10 @ 5:22 a. m. 27.abril.10 Para Rob Zombie y los niños de la lluviaAllá va tu caballo blanco lejos de la sangre y tus ojos llamando a Madre, en la cripta alargada de los sueños allá entre la autopista, el bosque, las fiestas y la ciudad, tu máscara o tu cuerpo poisson tú, el feroz cuervo de la historia desollando a barbudos y a muchachas asustadas con tus manos de gigante antihéroe, tirabuzones death, la cizaña y el punk festivo, la cola de demonio y el estertor a la hora de mirar cara a cara al doctor Loomis las sesiones del odio todas en tu colapso, tu cara herida, turbulento tú, de serpiente corazón, de asco por el master de los diagnósticos sobre tu cabeza, tus horrores delicadamente dispersos en tus caminos de lodo y voces a la ribera de cada noche, de tus crímenes y tu sexo dormido, de tu nostalgia viperina en los pequeños gestos, de una niña perdida en tu historia familiar, de tu sótano sin lux, tu infinito sótano con trozos de muchachas muertas en la cocina, en la hierba y en las discotecas, tus Lejanas con sus mochilas húmedas de cerveza y cocaína el grito de los dummies y el miedo de Loomis antes del último golpe Michael el gigante muriendo a manos de Ángel Laurie y vienen los guardias, el celuloide arde en vuestros ojos miras a tu caballo blanco que se acerca con Madre, y se abren los precipicios para un the end cuando Laurie se extravía en tu máscara y tú cabalgas en el último segundo hacia el final de tu Horror-dream alguien anota el momento de tu autopsia, tu garra lo alcanza el último sopor de ti, tu magnética en cada uña tuya, ¡vísceras! pedazos de ti para Laurie como si fueras un Bronx del infierno, ¡por siempre Michael Myers, por siempre!. Madre te acompaña en tu cielo, no temas. Etiquetas: k, rob zombie Virales
28.12.09 @ 3:34 a. m. Son virales las palabras cruzadas como bólidos, los vectores de la noche, twitter a toda hora, los avatares y sus mensajes, el imaginismo liberado, el graffiti que pintas con aerosol rojo, las canciones de Pixies, el cine de Rob Zombie que renace en Michael Myers con sus botas llenas de barro en un feroz primer plano. Y viral es la imagen de tu cara difuminándose en estos días frenéticos. Crack, crack y film x. Etiquetas: k, pixies, rob zombie, twitter rob zombie y la filmoteca.
13.7.09 @ 7:12 a. m. lunes 13.7.09 con pavlov la vida era curiosa; su propia vida estaba dividida al menos en tres partes y yo tuve el honor o la desgracia de conocerlas todas: la del pavlov hombre de negocios rodeado permanentemente de sus guardaespaldas y que despedía un tufillo a dinero y a sangre que enervaba los sentidos, la del pavlov enamoradizo o lachero como decíamos en santiago y que a mí particularmente me despertaba el peor lado de mi imaginación y me hacía sufrir y la del pavlov del círculo íntimo, el pavlov de espíritu inquieto, ocupado o con ganas de ocupar su ocio, sus "momentos de íntimo reposo" como él decía, en asuntos relacionados con la literatura y las artes, porque pavlov cuesta de creer, leía mucho y claro, le gustaba hablar de lo que leía. de llamadas telefónicas: extracto de la nieve, roberto bolaño. pienso en los exquisitos o no, no es eso. pienso en los que se sienten exquisitos, personas cultas. de alguna manera lo demuestran ante el mundo. es algo universal, localista, inconfundible. o como en el cuento de bolaño, el contraste: un ganster que actúa como un delicatessen al conversar sobre libros. pavlov fumando como un noble de la aristocracia rusa. un sobreviviente de una mafia de la rancia elegancia que dice: sonia y su sedosa cabellera en trance religioso. imagínensela amigos, a la bella prostituta arrodillándose frente a un cristo sangrante en una capilla rusa, mientras desea a su amante, el criminal. [pavlov se emociona y con la misma mano que sujeta el revólver para matar, se seca la lagrimilla en un rápido giro] [¿ un redivivo pavlov vería alguna película de rob zombie?] alguien estrictamente exquisito no gustará de rz. su férrea mirada cinematográfica lo encontrará farsante. colisionará con john carpenter en la noche de hallowen (1978). michael, el niño asesino será uo de los puntos de controversia. dos películas diferentes. [ah, chaqueteo crítico. trac trac] es lo que sucede con los cinematequeros. pero eso se está rompiendo, como sucedió con los comics que hoy son un referente nada despreciable entre los especialistas en reseñas de literatura. como el cine gore que se va abriendo camino y legitimizándose hasta el fondo de los imaginarios, si ya irrumpió hace tiempo en el asombro de los que se han decidido por ver todo tipo de cine, llámese de clasificación a ó b. las líneas divisorias se difuminan y crunch, no es sólo lo bestial, lo transgresor, si no lo pasional. en el cine los crímenes pueden ser hermosos, como en cantos de maldoror, como en la visión de thomas de quincey sobre el asesinato como una de las bellas artes, dixit el bárbaro escritor, que sin duda hubiera escrito bellísimos guiones de cine si hubiera querido: un contemporáneo tdq preparando libérrimos excesos. y rob zombie en la filmoteca. rob zombie y oliver marchal, en ciclos alternos, por ejemplo. el esplendor del sombrío y violento cine. wong kar- wai y haneke en otras líneas de la violencia, la del amor imposible y la de la frialdad como arma intelectual. la crueldad y sus diferentes rostros. la crueldad es amor saqueado y en una película puede ser una hermosa epifanía, una disección profunda sobre la bestia humana. rob zombie hizo su propia película sobre el niño michael: halloween. contraponer a john carpenter con rob zombie es como colocar antagónicamente a dos colosos que caminan por rutas diferentes. el joven rz, un naciente realizador con su grandeza en el riesgo, en la exploración del desamparo y la estulticia de un niño. halloween (2007), en otra dimensión, la de la mirada de rz. las rencillas sobre genialidades y descalabros, las montan los ortodoxos. la ortodoxia agoniza. sintomáticamente los virajes comenzaron hace rato. hay una nueva agresividad en las rupturas, no precisamente optimista. inquieta, chocante, sí. sin fin. ¿alguien lo duda?. Etiquetas: john carpenter, lautréamont, oliver marchal, peter haneke, rob zombie, roberto bolaño, thomas de quincey, wong kar-wai slasher, michael myers y rorschach [ 1 ]
30.3.09 @ 12:56 a. m. tengo en la cabeza, las imágenes de michael myers, el niño de halloween, el film de john carpenter y d hallloween, la película de rob Zombie y rorschach, el niño que sería un watchmen, en el comic de alan moore. jason, el asesino de viernes 13, en sagas películas y confrontación con freddy krueger, están aparte. son brutales pero no me concitan a pensar en la muerte como eje. es distinta la percepción, pienso en niños de sónicas malignas que han sufrido demasiado y se han trastornado hasta grados increíbles. se han convertido en inmortales. deformes, parias del horror. imagínate, las risas de los chicos, colectivamente en similar actitud a la de scare movie. el signo marcado de los slashers. humor y escalofriante visceralismo. pero michael myers sobre todo no es slasher aunque haya escenas con un rotundo humor en el film de rob zombie. en noches tibias abrazados a los cojines, proyectando el dvd', subiendo el volúmen, todo puede ser slasher. cruento, risible. dos caminos diferentes. michael myers mata a todo el que se cruce en su camino. no matará a su hermana. no hay confabulación alguna contra el pequeño myers. no hay nada metafísico en su sobrevivencia. mierda, los monstruos se vuelven íconos de entretenimiento. es morboso y si básicamente te explicas el fenómeno como una alienación subliminal trazas una franja para no ver más ¿o cómo entiendes ese pavor chocando con la carcajada? lo sangriento, lo risible como en un licuado. slasher. mm niño en el film de rob zombie. rorschach niño en el comic de alan moore watchmen. los dos en situaciones de fuerza destructiva. caos total. la violación emocional. rorschach abandonado por sus padre, totalmente desprotegido y michael myers hijo en una familia patológica, con la presencia de un padrastro miserable. ahondar tales corporeidades puede ser como si te inflingieras un plus dolor. así que si vas a escribir sobre niños, me digo, no es porque vas a pensar en jardines de infancia encantadores sí o sí. este post se relaciona con una proyección. tengo un rail tembloroso dentro: todo lo que implica infancia le da consistencia a ese rail. en esa línea, escribir sobre dos niños desarraigados me importa mucho. como pedazos rotos en descomposición que van a reconfigurarse. rorschach acomete su venganza contra los que maltratan a los niños, la cual deviene en venganza compartida con ellos. michael myers no distingue en su avasallador camino, rostros, cuerpos, palabras, a excepción de un foquismo sentimental. su único vínculo con lo humanohumano: su hermana. la sangre es una protagonista en los films de terror. en los slahers también. la sangre a borbotones, rojísima. y pluuum, es el acábose siempre, una y otra vez en cada película, en cada grito. la roja deseperación. hay una diferencia entre ambos niños. michael myers se convierte en un criminal cuando es niño. un asesino potencial. rorschach se autodestruye y renace como un fénix en cada venganza, pero no mata porque sí. mata cuando ya no es un niño. no digas nada más v. ahora no. deténte. hasta que pase el día, cruces aquel puente, aquellos parques, te quedes un rato mirando las calles, en tu asiento del bus. silencio. canciones. silencio. y volverás en otra madrugada para escribir sobre niños marginales y condenados. rorschach y michael myers. Etiquetas: john carpenter, michael myers, rob zombie, rorschach, slasher Cuando todo explota en ti [ escenas de films y libros ]
20.7.08 @ 11:58 p. m. Creo que para conjurar lo terrible tienes que ser más gore, más rebelde y ser tierna como Sor Juana Inés de La Cruz. O como la chica del mito rosado y negro: el chip imaginario de Sarita Colonia. Porque sino te puedes morir antes de que sea tu hora. Yo creo que me estoy muriendo poco a poco pero no me dejo y vuelvo a escribir. Hoy me enfurecí y ahora me río recordándome como si fuera otra. Si alguna vez conozco a alguien que no conoce la furia le preguntaré qué se siente en vez de eso, cómo se indigna uno si desconoce la ira. Entre la furia y ciertas obsesiones, éstas son las que priman y configuran una estelar calma. Paradojas, sí. Esta mañana me levanté pensando en esa escena que me destrozó y me sigue destrozando cuando la evoco, porque sé que sucedió aunque en el film sea un pedazo de ficción. Sophie, la judía en la noche ante sus hijos, conminada por el soldado nazi a elegir entre sus dos hijos para salvar a uno. Su pequeña hija sube a rastras al tren, después que Sophie contesta que se quede el niño. La pequeña grita, llora, llama a su madre. A Sophie que la contempla desde el andén con unas lágrimas que jamás se irían de su cuerpo. Y yo la miraba, considerando que era la escena más triste y feroz que había visto hasta ese momento. Al terminar La decisión de Sophie salí del Cine Club a caminar por la ciudad sitiada. Eran los 90's. Y aún no había leído Cantos de Maldoror, del Conde de Lautreámont [o Isadore Ducasse]. Cuando eso sucedió, no salí de casa dos días y al tercero di mi examen de matemáticas, perdida. Pero ya era otra y eso no importó. Maldoror revolviendo las entrañas de su víctima. Maldoror y su mirada de abismo. Si lees Cantos de Maldoror, te adentras al inframundo espiritual y sucumbes o cambias. Pero eso no fue todo, ni ver en aquellos tiempos, sangre en cuerpos tirados en las calles. G, una muy querida amiga me contó cómo la habían violado y vi su alegría rota. Ella debía ir a un juicio y encontrarse cara a cara con su victimario. Ella que era tan fuerte, no quería verlo pero dijo que lo enfrentaría. ¿Has visto cómo se desvanece el cielo en las noches de verano cuando va a amanecer? así yo veía la cara de G, como a una noche desvanecida en la que después todo era eclipse. Pero ella era fuerte y lo soportó. Cuando leí El niño proletario de Osvaldo Lamborghini, otra vez pensé en lo que una novela o un film te muestra y que sabes pasó en algún lugar, donde los nombres son intercambiables. En alguna ciudad, un barrio, una calle, a un niño le pasó lo que cuenta OL en su cuento. En las películas gore se ve gente cercenada, pero no niños. No los ves, porque esa transgresión sale del marco que una construcción fílmica admite: allí se encuentra la médula de algo inconcebible. Es lo que no se dice, lo que no tiene por qué decirse. Mostrar la tortura de un humano, sí, se muestra, mas no la de un niño. El niño proletario es una especie de ópera trágica escrita, cuya música te mata al sentirla a través de la lectura. Sólo te queda sobreponerte y asimilar esa muerte. No hay exageración. El niño proletario destruye toda convención. Pero en Saló o los 120 días de Sodoma, película de Pier Paolo Passolini, el horror es frío, destructivo, sin pause, sin salida. Monotonía de la malditez, del desamparo cruelmente desnudo. Passolini y las obsesiones decantadas hasta los extremos. Lo irrespirable, el Mal. Luego meses antes que lea Meridiano de sangre de Corman MacCarthy, vi Oldboy de Chan-wook Park. Violencia de la tristeza y la venganza. ¿Te imaginas hasta qué punto la tristeza y el resentimiento pueden ser tan terribles? Ch W P le da a este film la fuerza de un huracán del imagine con sus actores precisos para el drama desarrollado con una maestría de outsider: un hombre secuestrado quince años, la venganza de dos resentidos, dos muchachas al fondo de la historia. Aquí, la mujer es el quid en el fondo del dolor, pero todo es hiperactivo, alucinante. E inolvidable. Luego llegaría la novela más cruel que he leído en el nuevo siglo: Meridiano de sangre. Toda ella es una epopeya de la maldad y la soledad. Hay una línea brutal que al leerla me ensimismó en una pena como si hubiese visto directamente lo que contaba. La parafraseo: vimos bebés degollados que estaban colgados en las ramas de los árboles. Bebés. Bebés. En la historias de expoliaciones nunca leí algo parecido. Lo que no he visto en un film ni leído, estaba aquí en esta Novela con su far west sangriento. Fue estremecedor. Sigue siéndolo. Una línea dentro de la estructura total de la novela, configurando el revival maligno. Después llegaría Halloween, el film de Rob Zombie. En el centro está el sanguinario niño que al único ser que ama es a su hermana, una bebé. El niño que en la primigenia versión de John Carpenter es visto como en una difuminación misteriosa, aquí es mostrado en toda su monstruosidad y vulnerabilidad. El niño crece y escapa de su celda. Allí comienza su odisea y su otra ruta de muerte. La escena puntal en Halloween que vi no era propiamente violenta sino infinitamente desoladora: cuando el niño abriga en sus brazos a su hermana después de haber asesinado a su familia. Antes de terminar apunto una escena de la que no he leído en ningún sitio, artículo o post. Sombras y niebla, de Woody Allen es considerada una comedia, pero sin duda tiene su flash de horror. Se busca a un asesino, el film discurre en blanco y negro cual homenaje al cine expresionista. Hay una belleza acentuada precisamente en las sombras y la niebla. Muy noir a la vez. Y cuando llega ese grito del hombre que ve aproximarse al que lo va a matar, sientes ese pavor hasta los huesos. No había visto ni en la saga de Viernes 13, en las víctimas de Jason, esa expresión de horror tan genuina. Ni en Psicosis, de Hitchcock cuando aquella mujer grita en la bañera. En Sombras y niebla, el hombre ve a su propia muerte en unos segundos y tiembla. Finalmente en este recuento signado por lo que la mente registra con el velocímetro afectivo, está el cuento que leí hoy: El ojo Silva, de Roberto Bolaño. Primer cuento de Putas y asesinas. en la que el personaje Ojo Silva es uno de los más conmovedores de la narrativa, uno de esos seres que se introducen en tu vida por el golpe de la lectura. Golpe y abrazo. Porque te encuentras con un hombre más hombre que cualquier otro que apele a su virilidad cual machito machote orgulloso en su falocéntrico universo. El Ojo Silva, héroe violento que mata y protege a niños. La humanidad de un hombre como el que Bolaño delinea en este cuento, te devela una estirpe de héroes marginales, los que asumen en un instante lo que saben es lo único que pueden hacer para no negociar con el crimen: por este personaje que en un momento del cuento se agiganta en medio de sus lágrimas, tuve el impulso para escribir este post. Necesidad de la escritura, karma y swing. Etiquetas: corman maccarthy, el ojo silva, la decisión de sophie, lautreámont, oldboy, osvaldo lamborghini, rob zombie, roberto bolaño, sarita colonia, sor juana inés de la cruz, woody allen Rob Zombie y el Mal (a propósito de estilos artísticos) I
19.3.08 @ 10:39 p. m. ¿Estás entre quienes gustan de tendencias musicales disímiles o más bien diríamos, opuestas?, ¿te emocionas de diferentes maneras con un vals peruano y con un tema de Dresden Dolls?. Respecto al cine, ¿detestas la filmografía de Tarantino y veneras el cine de Kieslowski ?, y en esa tónica, las preguntas continuarían indagando hasta qué punto tus inclinaciones estéticas delinean determinado perfil. Imposible preguntar si te gusta Pimpinela y a la vez Sara Brightman?. Si te gusta SB, es imposible que te guste Pimpinela. Si no hay una deformación del gusto y nadie va a decir la manida expresión: en gustos y colores nada está dicho. Porque sí esta dicho mediante un proceso, vía días y noches de sesiones musicales, de búsquedas, confirmaciones, defenestraciones, hallazgos, descartes, habilidad conquistada para distinguir los mamarrachos de lo atesorable. Tan variado espectro existe para deleite del melómano. Y ha sido el anterior párrafo, un preámbulo para hablar de Halloween(2007), film de Rob Zombie, porque estoy convencida que el factor musical sella todo desafío. Y por qué no en el género del horror cinematográfico al que de ninguna manera llamaré cine de serie B, porque ese cuento no me lo creo. Si tus intereses van más allá de ser un respetable crítico de cine, te vas a emocionar con las exploraciones de films diversos y si llegamos al campo del horror, el recorrido será amplio. Puedes ser un cinéfilo que disfruta películas bizarras, llegando a la exigencia sobre sus contenidos, porque nadie te va a hacer pasar un film rudimentario, espectacular en una nota obvia por una obra de arte. A menos que seas una criatura analfabeta y no llegaremos a esos extremos para diferenciar un film de estirpe de un bodrio. Antes hay que referirse a un predecesor fundamental, John Carpenter, un Maestro, cineasta de culto con paradigmáticas realizaciones como La noche de Halloween (1978) en su filmografía, ha quedado en el imaginario del cinéfilo como quien le dio enigma, misterio, bruma al horror. El estilo de JC se decantaba por una elegancia de planos exquisitos. A su modo, esta exquisitez tenía eso que a muchos seduce: la sutileza y la ambiguedad. En su Noche de Halloween, el niño asesino que lleva una siniestra máscara deviene en la personificación del mal. Lo que seguramente vio ese otro monstruo llamado David Cronenberg, nutriéndose de aquel imaginario donde lo sobrenatural está relacionado con el Mal. John Carpenter componía los soundtracks de sus películas. Magistralmente. Aquella música es como sus films y vicecersa. Soundtracks perfectamente coherentes como es lo que se pide para las películas. Nadie era convocado para componer esas bandas sonoras porque el propio JC las tenía en su cabeza como bombas de tiempo que al estallar expandían sonidos armoniosos comulgando con las escenas de sus films. Posteriormente, luego de casi tres décadas, ya ha aparecido en la movida rockera de USA un muchacho que es un enamorado de los diseños, la música y el cine de horror. Ha visto la saga de La Noche de Halloween y naturalmente se da cuenta que el Maestro JC no ha sido emulado a profundidad. Ya ha realizado un film que prefigura su fuerza imaginativa, con la energía gore en dosis que en Halloween, serán distribuidas paso a paso. Rob Zombie quien fuera el gestor de White Zombie, banda que brindaba conciertos en un despliegue de performances potentes con parafernalia post-industrial, ha irrumpido en el cine recreando con Halloween, el terror que parte de motivaciones distintas a las de John Carpenter. Como JC, Rob Zombie compone los soundtracks de sus películas en íntegra correspondencia con su mirada frontal, el esplendor de bandas sonoras frescas y agresivas. Así también busca que la percepción de los espectadores sea diferente a la que JC impulsó. Lo suyo no es un remake, tiene visos de remake, y rebasa lo que éste es. Allí está el sucio entorno de Michael Myers, el Dr. Loomis, la máscara, la hermana de Michael, y con ellos está la sensación de lo real. El Mal no esta atrapado sólo en el cuerpo de un niño como un fin en sí mismo: se respira al horror en su origen, allí en esa casa de suburbio en medio de unos personajes de viñetas filmadas, con sus gestos denigrantes de borracho abusivo, una hermana adolescente a la que ante todo le importa copular y que humilla a Michael, una madre que lo ama pero que en las noches no lo acompaña porque se desnuda en un centro nocturno. La bebé, su hermana menor no tiene voz, sólo necesidades e inocencia absoluta. Las violentas muertes que perpetrará Michael a sus diez años, comienzan con la de un elemento extraño a su familia, uno de esos canallas, matón de escuela pública. Lo que viene después podría ser considerado como una violencia desmedida en un afán de espectacularidad sobredimensionada, combinado con escenas de sexo, pero es más de lo que en esos golpes de vista se especta y aquí es donde quien mira posee la capacidad en mayor o menor grado de contener el impacto gore atravesando sus fronteras para llegar a ese clímax que suscribe el final de la película. Porque Michael Myers, después de su serial killer, se difumina como un símbolo contemporáneo, y no hay comparación que lo resista ni ataque que no responda. ¿Quién dijo que el horror no tiene cara?. El horror que Rob Zombie nos da es singular, diferenciable, funda un arquetipo visceral en medio de la esquizofrenia social. ![]() Etiquetas: john carpenter, krzysztof kieslowski, malcolm mcdowell, pimpinela, rob zombie, sara brightman ◄ Older & |