“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"
Bosques y máquinas//
“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean" [¿a quién le interesa la contemplación?]
2.4.09 @ 1:53 p. m. mirar por ejemplo unos segundos el rayo verde sobre el que filmó eric rommer y del que antes escribió julio verne y los científicos de la naciente modernidad. imagínate, estás frente al mar y el crepúsculo llega. los veranos tienen ese feeling en el aire cuando el sol no es implacable en las caminatas con una mochila, o en un espacio donde el ventilador no alcanza a protegerte de la maldita sofocación. estás frente al mar y de pronto ves al rayo verde. quién sabe tienes compañía, quién sabe esa es una adorada compañía. y zas, el rayo verde y su fugacidad en tu instante. lo contemplas apenas el suficiente momento para ver cómo desaparece. y demonios, a ti te importa el rayo verde, sabes qué significa, por eso lo celebras. es algo fuera de lo ordinario, un asombro separado de los asombros supermateriales. los íconos de la ciudad, las emanaciones de los cuerpos perfumados -esa es una bonita percepción-, algún rostro muy hermoso, una canción. el absurdo cotidiano abduce. te dicen algo gracioso, depende cómo te lo digan, con qué tono, con qué gesto. o lees algo, tan apasionante como por ejemplo un post sobre los intríngulis de una composición musical, sus influencias, el post-post polarizando lo mediático. vamos, el escándalo se fagocita en nuestros cerebros en un riquísimo acto de rebelión. ah, pero dime la contemplación ¿ a quiénes importa?. pienso en místicos herejes, en místicos terrenales, en sor juana inés de la cruz en trance antes de escribir su poema el sueño, pienso en jimi hendrix tocando como poseso la guitarra, en contemplación activa al mirar a un niño bailando en una calle de brooklyn. la contemplación. todo tiene que ver con lo salvaje también. con esa contraparte de lo instintivo. un golpe sexual muy profundo y estar un rato en quietud. puede ser la contemplación más vívida, y la más pura. eso me lleva a identificarme con mis orígenes [ ¿cuáles son los tuyos? ] contando con los ancestrales, lo primigenio, mi origen se remonta a un gran espacio poblado de habitantes que abrazaban mitos, que fueron ultrajados después de largos períodos de conquistas internas, que no los saqueaban ni los eliminaban masivamente. de pronto esos habitantes son expoliados por extraños y así comienza una resistencia constante por los siglos de los siglos. provengo de un mestizaje violento. algo tan cruento que nos acerca. tú mexicana, paraguayo, boliviana, ecuatoriano, chilena, dominicano. [o nos aproximamos por otras vías: vía zonas como ésta por ejemplo] la contemplación era básicamente religiosa en las culturas que reverenciaban dioses en pos de agradecer la existencia. el dios wiracocha, la diosa quilla, como inmensos mantos de poder sobre las vidas. y las ofrendas, cierta manera de contemplar a través de los sacrificios. ¿en qué punto aquellos sacrificios se aproximan a la idea del sacrificio de lo cristiano?. todas las religiones implican la idea del sacrificio. ¿cierto?. por un intersticio llego al punto de la corrupción física. aquello que nietzsche vio claramente y a lo que dedicó su intelecto. [pausa ] un camino para contrarrestar lo plano, pasa por la contemplación, ¿o debería decir que conduce a la contemplación?. ¿una máquina podría contemplar como un humano al rayo verde? eclosión de agenciamientos. los orígenes. otra vez. los míos están en ese porcentaje de niños que no conocieron a sus madres. pero yo no me quedé en la calle, fui adoptada, estudié en un colegio caro, hasta que mi padre murió. luego conocí el reverso de todo lo que había visto durante años, el desarraigo social, y aunque no viví paupérrimamente llegué a ese estado por elegir una vida autónoma. en ese tiempo, sobrevivía y cuando sobrevives, la contemplación no es un asunto de primer orden en tu vida. la mística viciada se había ido. esas oraciones y confesiones impuestas, todo ese rail era lejano, pero su influjo permanecía de alguna manera. se suele extrañar lo que conociste largo tiempo. *** sinestesias autoinducidas. nada con el rococó. impulso potente, sí. ¿han pensado alguna vez en sentir algo bello? algo limpio. aaah, ni que intentara lanzar una nota discursiva sobre la estética física. pero no es esa una ambición absurda tampoco. este post es una aproximación. siempre hay cuestiones urgentes, pero la contemplación puede ser algo desfasado si ya estás muerto pero bailas y jodes, vibras y hablas. y nada más, porque éste es el tiempo de los zombies simbólicos. y no hay tiempo para el subterráneo esplendor. ¡xxxbrrrrxxxx!. Etiquetas: eric rommer, jimi hendrix, julio verne, k, mestizaje, sor juana inés de la cruz Cuando todo explota en ti [ escenas de films y libros ]
20.7.08 @ 11:58 p. m. Creo que para conjurar lo terrible tienes que ser más gore, más rebelde y ser tierna como Sor Juana Inés de La Cruz. O como la chica del mito rosado y negro: el chip imaginario de Sarita Colonia. Porque sino te puedes morir antes de que sea tu hora. Yo creo que me estoy muriendo poco a poco pero no me dejo y vuelvo a escribir. Hoy me enfurecí y ahora me río recordándome como si fuera otra. Si alguna vez conozco a alguien que no conoce la furia le preguntaré qué se siente en vez de eso, cómo se indigna uno si desconoce la ira. Entre la furia y ciertas obsesiones, éstas son las que priman y configuran una estelar calma. Paradojas, sí. Esta mañana me levanté pensando en esa escena que me destrozó y me sigue destrozando cuando la evoco, porque sé que sucedió aunque en el film sea un pedazo de ficción. Sophie, la judía en la noche ante sus hijos, conminada por el soldado nazi a elegir entre sus dos hijos para salvar a uno. Su pequeña hija sube a rastras al tren, después que Sophie contesta que se quede el niño. La pequeña grita, llora, llama a su madre. A Sophie que la contempla desde el andén con unas lágrimas que jamás se irían de su cuerpo. Y yo la miraba, considerando que era la escena más triste y feroz que había visto hasta ese momento. Al terminar La decisión de Sophie salí del Cine Club a caminar por la ciudad sitiada. Eran los 90's. Y aún no había leído Cantos de Maldoror, del Conde de Lautreámont [o Isadore Ducasse]. Cuando eso sucedió, no salí de casa dos días y al tercero di mi examen de matemáticas, perdida. Pero ya era otra y eso no importó. Maldoror revolviendo las entrañas de su víctima. Maldoror y su mirada de abismo. Si lees Cantos de Maldoror, te adentras al inframundo espiritual y sucumbes o cambias. Pero eso no fue todo, ni ver en aquellos tiempos, sangre en cuerpos tirados en las calles. G, una muy querida amiga me contó cómo la habían violado y vi su alegría rota. Ella debía ir a un juicio y encontrarse cara a cara con su victimario. Ella que era tan fuerte, no quería verlo pero dijo que lo enfrentaría. ¿Has visto cómo se desvanece el cielo en las noches de verano cuando va a amanecer? así yo veía la cara de G, como a una noche desvanecida en la que después todo era eclipse. Pero ella era fuerte y lo soportó. Cuando leí El niño proletario de Osvaldo Lamborghini, otra vez pensé en lo que una novela o un film te muestra y que sabes pasó en algún lugar, donde los nombres son intercambiables. En alguna ciudad, un barrio, una calle, a un niño le pasó lo que cuenta OL en su cuento. En las películas gore se ve gente cercenada, pero no niños. No los ves, porque esa transgresión sale del marco que una construcción fílmica admite: allí se encuentra la médula de algo inconcebible. Es lo que no se dice, lo que no tiene por qué decirse. Mostrar la tortura de un humano, sí, se muestra, mas no la de un niño. El niño proletario es una especie de ópera trágica escrita, cuya música te mata al sentirla a través de la lectura. Sólo te queda sobreponerte y asimilar esa muerte. No hay exageración. El niño proletario destruye toda convención. Pero en Saló o los 120 días de Sodoma, película de Pier Paolo Passolini, el horror es frío, destructivo, sin pause, sin salida. Monotonía de la malditez, del desamparo cruelmente desnudo. Passolini y las obsesiones decantadas hasta los extremos. Lo irrespirable, el Mal. Luego meses antes que lea Meridiano de sangre de Corman MacCarthy, vi Oldboy de Chan-wook Park. Violencia de la tristeza y la venganza. ¿Te imaginas hasta qué punto la tristeza y el resentimiento pueden ser tan terribles? Ch W P le da a este film la fuerza de un huracán del imagine con sus actores precisos para el drama desarrollado con una maestría de outsider: un hombre secuestrado quince años, la venganza de dos resentidos, dos muchachas al fondo de la historia. Aquí, la mujer es el quid en el fondo del dolor, pero todo es hiperactivo, alucinante. E inolvidable. Luego llegaría la novela más cruel que he leído en el nuevo siglo: Meridiano de sangre. Toda ella es una epopeya de la maldad y la soledad. Hay una línea brutal que al leerla me ensimismó en una pena como si hubiese visto directamente lo que contaba. La parafraseo: vimos bebés degollados que estaban colgados en las ramas de los árboles. Bebés. Bebés. En la historias de expoliaciones nunca leí algo parecido. Lo que no he visto en un film ni leído, estaba aquí en esta Novela con su far west sangriento. Fue estremecedor. Sigue siéndolo. Una línea dentro de la estructura total de la novela, configurando el revival maligno. Después llegaría Halloween, el film de Rob Zombie. En el centro está el sanguinario niño que al único ser que ama es a su hermana, una bebé. El niño que en la primigenia versión de John Carpenter es visto como en una difuminación misteriosa, aquí es mostrado en toda su monstruosidad y vulnerabilidad. El niño crece y escapa de su celda. Allí comienza su odisea y su otra ruta de muerte. La escena puntal en Halloween que vi no era propiamente violenta sino infinitamente desoladora: cuando el niño abriga en sus brazos a su hermana después de haber asesinado a su familia. Antes de terminar apunto una escena de la que no he leído en ningún sitio, artículo o post. Sombras y niebla, de Woody Allen es considerada una comedia, pero sin duda tiene su flash de horror. Se busca a un asesino, el film discurre en blanco y negro cual homenaje al cine expresionista. Hay una belleza acentuada precisamente en las sombras y la niebla. Muy noir a la vez. Y cuando llega ese grito del hombre que ve aproximarse al que lo va a matar, sientes ese pavor hasta los huesos. No había visto ni en la saga de Viernes 13, en las víctimas de Jason, esa expresión de horror tan genuina. Ni en Psicosis, de Hitchcock cuando aquella mujer grita en la bañera. En Sombras y niebla, el hombre ve a su propia muerte en unos segundos y tiembla. Finalmente en este recuento signado por lo que la mente registra con el velocímetro afectivo, está el cuento que leí hoy: El ojo Silva, de Roberto Bolaño. Primer cuento de Putas y asesinas. en la que el personaje Ojo Silva es uno de los más conmovedores de la narrativa, uno de esos seres que se introducen en tu vida por el golpe de la lectura. Golpe y abrazo. Porque te encuentras con un hombre más hombre que cualquier otro que apele a su virilidad cual machito machote orgulloso en su falocéntrico universo. El Ojo Silva, héroe violento que mata y protege a niños. La humanidad de un hombre como el que Bolaño delinea en este cuento, te devela una estirpe de héroes marginales, los que asumen en un instante lo que saben es lo único que pueden hacer para no negociar con el crimen: por este personaje que en un momento del cuento se agiganta en medio de sus lágrimas, tuve el impulso para escribir este post. Necesidad de la escritura, karma y swing. Etiquetas: corman maccarthy, el ojo silva, la decisión de sophie, lautreámont, oldboy, osvaldo lamborghini, rob zombie, roberto bolaño, sarita colonia, sor juana inés de la cruz, woody allen ◄ Older & |