Bosques y máquinas//

“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"



Olvidos [ el CE, las galletas de coco, esa calle... ] y una Oda
15.8.08 @ 7:59 p. m.

Debí publicar hace semanas el CE [cadáver exquisito] que hicimos un colectivo twittero y que duró unos días. Lo que está sucediendo en esta ola twittera, es puro divertimento en el que la reflexión se parece a un carrusel que se detiene para seguir girando. Espontáneamente tuiteamos sobre lo que nos place, por ejemplo sobre la destrucción del mundo, una fiesta en la terraza/azotea de una mansión con piscina y cielo constelado o como hoy acerca del acto de tuitear, al cual Rafa Saavedra le llama Oda. Cante usted su Oda a los pepinillos o póngase en perspectiva y tuitee sobre los besos, o sobre la inflación y el terror, ¿por qué no?.

Nos divertimos. Pensamos, bailamos, nos serenamos y seguimos en twitter. Mientras que yo olvido algunas tareas como en actos fallidos y ahora lo escribo aquí.

Tengo que publicar el CE, vía reiben y Hamletmaschine, tengo que comprar paquetes de galletas de coco para A, anotar el nombre de aquella calle y de la otra y la otra. Decirle a F que hay un Seminario sobre Cine proyectado a la experiencia mística, sin Tarantino, supongo.

La chica risueña y su moleskine me ayudarían a organizarme en algunos eventos, lo sé. Y la Austeriana me daría una mano para recordar los nombres de aquellos subways que extraño. En fin, no estoy como los pobladores de Macondo en Cien años de Soledad, que le ponían papelitos con sus nombres a las cosas para recordar cómo se llamaban, pero vamos, necesito alguna pequeñita ayuda para mi desordenado orden.

Escribo este post para no olvidar que si reincido en olvidar esos detalles y otros, me convertiré en una mujer de sal. Es un decir, pero vale.

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Dedicatorias (II): Los nenes saltando sobre el tiempo...
27.4.08 @ 2:43 p. m.

Para D, mi pequeña musa y para Hamletmaschine, desde el film x.



¡Niña musa, cómo saltamos!. Contigo salto aún en el sueño, cuando duermes y yo atravieso los bosques, las ciudades, el espacio sideral, los túneles, el bólido tiempo.
Tus ágiles piernas hacen un run-ruuuuum en la cama y te miras en el espejo sin saber que un día lo vas a atravesar para volver a jugar con tu oso y tus juguetes de cuerda, tus legos, tu pelota y tu bucle de imágenes superpuestas como en una pintura naif.

Cuando tú duermes, yo escribo y me encuentro con mi amigo Hamletmaschine en el Film X. Él ha recorrido lugares agrestes y bibliotecas inmensas. Mi amigo es un mago, una alquimista, un viajero. Atisba y se deja atisbar.
Cuando la ciudad se dobla día tras día, noche tras noche entre monstruos y ordenadores, messengers y reuniones gubernamentales, asedios y crímenes, tú mi pequeña musa estás agitando tus globos y tomando tu leche y tus pepinillos con limón. Tienes alas de verdad y yo las miro cuando vuelas en las noches. Cuando duermes y tu corazón late como un astro que vive en un cuerpo niño. Mi nena, cuando saltas, yo salto y después comemos mandarinas y le damos cuerda al mono que se da volantines en busca de su rica banana. Aparece el bosque encantado y llega la nave espacial. En esta base f x, la nave intergaláctica nos lleva a un planeta desconocido donde los océanos son cristalinos y los monstruos son amables; en realidad no son monstruos, son cyborgs de otro mundo. Y tú eres la madrina de un velero rojo, la belleza de una movie suspendida en el tiempo.

He saltado hoy a solas y me faltabas tú. Ja, mi delgadez saltando mientras Antsy Pants deslizaba música para ti y para todos los nenes que contraen las horas como si filmaran una película mágica. Extrañé tu risa y me extrañé saltando a mis cinco años cuando el mundo era un lugar donde el paraíso estaba en una canción infantil, asomando desde mi ventana a los días con helados y cuentos de hadas. Run, ruuuum.

Alguna vez me asusté en una pesadilla sobre hoyos infinitos y me levanté a ver a papá cuando dormía, y así todo tenía un sentido y otros más, donde no había abismos ni ogros. Hasta que crecí y ellos salieron por todas partes.
Así que cuando salto contigo, mientras Hamletmaschine está en otra ciudad, tal vez atisbando alguna canción para su cuerpo emocionado, soy feliz.

Y sueño despierta mirando nenes saltando, con sus robóticos y otros juguetes futuristas, en nuestra nave espacial, lejos de toda maldad. No hay final, pasa el bólido tiempo, se desvanece la alegría, pero yo sigo cantando como si no hubiera desaparecido. Aún.




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