“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"
Bosques y máquinas//
“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean" De certezas que no son absolutas...
1.2.08 @ 7:51 p. m. De pronto lees acerca de los solipsismos, el desdén a las confidencias, la rebelión mental y piensas en revoluciones moleculares y en soledades compartidas a gran escala. Cuando has dudado de la legitimidad del blog personal ha sido por ejemplo ante la pregunta: ¿te parece que deban comentar en un post en el que hablas del cumpleaños de la niña musa? ¿a quién diantres le importa quién es la niña musa si no la han visto nunca? y ¿a quién puede importarle de verdad si escribes sobre cómo se retorna a la radio o sobre cómo cruzaste esa calle? ¿qué pasó cuando cruzabas esa calle? ¿pasó un aerolito? ¿hubo algún choque de galaxias? Asemejarse en el tiempo virtual a buscadores de la Biblioteca de Alejandría, a francotiradores que eclosionan desde sus rabias, ser aventureros musicales, irredentos excavadores de posts que se autodestruyen y renacen en un nuevo post, como neoversiones de los exploradores de tierras desconocidas. Puedes escribir sobre el paso de una libélula sí, aquella que se agiganta sobre la compu y el vuelo de un elefante enano sobre tu cabeza o sobre los libros que has leído en tus rituales nocturnos, acerca de aquella conferencia que esparabas hace tiempo, o de las noticias terribles que han pasado y que pasan. Cuando mataron a una política pakistaní y estabas en el supermercado comprando mermelada de durazno. Era un día como cualquiera o quizá fue mejor que otros, mas en verdad no fue un día cualquiera. No existen los días cualesquieras. El misterio está donde menos lo piensas y la felicidad puede ser el eco de unas carcajadas con los amigos como si estuvieras saltando en el tiempo. Registros de encuentros que a ti te importan y que alguien escucha en el universo, uno, dos, tres, cuatro ...y el boomerang desborda la anécdota plana. Es como cuando gritas un SOS sin lastimarte por la intención aguzada. Lo interesante es esa capacidad diversificadora para abordar el mundo de los blogs. Lo inquietante es encontrar gente conservadora en lo más íntimo de su postura, que se sostiene en considerar la cotidianidad como algo que para contarse es de segundo orden, una recurrencia inútil. Si escribes sobre tu dolor, no es importante como sí lo es si escribes sobre un asesinato a un líder político o a un ciento de personas en el mundo. Con este razonamiento, siempre será apreciable que escribas sobre pensadores, seminarios, libros...., y lo que cuentes sobre tu vida será el detestable solipsismo. El yo , leído una y otra vez, suscita fastidio. En una época en que los sujetos históricos han sufrido virajes y aniquilamiento, el yo aburre al bienpensante. Hablemos de planes colectivos, ¿para qué del yo? Hay conservadurismos revestidos increíblemente. Armatostes de un elitismo que no admite serlo. Por ejemplo quien escribe aquí: lectora de Deleuze. Lectora en intervalos, no soy estudiante a tiempo completo, soy boderline porque eso es lo natural si vives con pocos recursos en todos los sentidos, exceptuando las madrugadas donde una se desvela para remover las líneas imaginarias de un mundo agresivo. Es decir, que leyendo y escribiendo, de alguna manera subviertes tu propias limitaciones. Permanente despelote que va de la urbe al quid de la vida. Si no te mueres, porque la muerte es inmovilidad. Hay poca gente generosa. Yo misma me he cubierto de mezquindad y reconocerlo me averguenza. Que sea el blog un medio para declararlo a manera de confidencia pública viene a ser un reducto escogido. No acometo ningún acto especial por ser testigo de nuestro tiempo, aunque el que maneja cada uno es diferente en la percepción existencial. El mismo Einstein respaldaba eso: el diferente manejo que es posible desplegar desde cada individualidad. Los relojes de arena persisten en medio de los desiertos. Desenrollando papeles guardados y encontrando fichas que guardaba a los 17, encuentro señales de una espacio privado que ahora está aquí. Cuántas veces he leído posts plenos de palabras alquímicas. Ha sido como estar en un taller donde el mago transforma el cobre en oro. Sólo que yo siempre quisiera que el fierro forjado aparezca como una pagoda indestructible. Así tus palabras son como pagodas y eso es lo que importa. Verás y tocarás siempre la pagoda, hasta que estés aquí y es posible que la dejes para otros o no. En esa misma tónica de la fugacidad y las cosas eternas, pensaba cuando la escena de Uma Thurman en Kill Bill se instalaba como flashback en mi mente: La novia Kiddo golpeando con los nudillos el rústico ataud, para resucitar después de la muerte simbólica. Te encierran para que te agusanes pronto y se la creen. Beatrix Kiddo no le dio el gusto al mercenario, al resentido que se sentía fuerte con un arma en la mano. Así que la novia era más fuerte que cualquiera de esos peleles robustos que no habrían soportado el entrenamiento de su maestro. Después ya no hay maestros, se sabe. Todo te educa, te envenena o te engaña. Lees y relees. Y todas las disciplinas estéticas se van a la mierda en un instante si se trata de algo distinto donde estás a prueba porque así es la vida. Tan fugaz y no te dabas cuenta. Por eso a mí me producía una desazón que ahora se ha convertido en una constatación: las ortodoxias están en todas partes e incluso en quienes menos te las imaginabas estuvieran, con muy buena salud, bastante esperpénticas, eso sí. Despreciar por ejemplo el cine de Godard. Si eres adicto al cine gore, porno, de terror y fantástico, sobre qué bases te formaste, no sé, ni despotricaré sobre el cine gore que tiene sus gemas ni mucho menos sobre el fantástico. Sólo que no desprecio el cine de Godard, tampoco me interesa alcanzar un texto que se sostenga por sí mismo, privándome de referirme a Sloterdijk, Svanjmaker, el viejo Emile, para no parecer una tipa culturosa que escribe un blog. Mi vida se asienta en estos individuos, y en muchos más, no sólo en ellos, por cierto. Si escribes sobre tu vida no vas a quitarle lo que la forma, como no se puede pintar sin lo que tienes en el cerebro como acicates, disparadores, tu propia constelación imaginaria. Mencionas, no saturas. Aludes, homenajeas, fluyes. Cuando pienso en cuál es la manera de educarse pienso en todo, en la calle, en los libros, en los amigos, en la miseria, en la gran puteada que te motiva ver todos los días en el bus, más y más niños trabajando como vendedores de caramelos. Pero ¿qué pasaría si ya no puteo porque me hace miserable ver a estos chicos cansados vendiendo galletas o cantando cumbias y reaggeton? Sería otra, otra muy distinta. Ni siquiera un alter ego de mí, ni una sombra. No soy culpable de lo que le pasa a la chiquilla que habló de Sarita Colonia y Santa Rosita, pero es que por allí va el meollo. La clave es otra, piénsalo. Lo importante es que la condición de solitarios, no se aparte de proyectos interesantes, así que bramar por bramar sería lo realmente estéril. Cada uno busca su camino. Quizás yo no debiera estar aquí, porque hasta cierto punto mi vida no es interesante para otros, no he logrado que así lo sea, porque en realidad no quise lograr nada que no fuera armar escenas híbridas de recuerdos, presente y suprarealidad en fogonazos, apuntes que son leídos y a veces registrados. Pero es que hace tiempo debí saberlo: el fracaso no debiera espantar a nadie, sino que su resignificación dota de un sentido a la vida que nada te puede quitar. Solamente por eso no importa ya que lo que imaginaste para ti sea parte de la ficción. Etiquetas: beatrix kiddo, deleuze, el viejo emile, godard, jan svanjmaker, k, la niña musa, quentin tarantino, santa rosa de lima, sarita colonia, sloterdijk, uma thurman ◄ Older & Newer► |