Bosques y máquinas//

“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"



La felicidad cinematográfica
6.4.10 @ 3:38 a. m.

  • Supernova de la noche. Estuve meditando cuando no cerraba los corchetes de unas notas y no elaboraba sinopsis de los mil demonios. He leído posts sobre la californización que el philosofer Lounge escribe. A William Gibson lo encontré en una fotocopia traspapapelada entre juguetes de cuerda ocultos en un gabinete móvil. Me sentí como una saqueadora por el impulso de pensar en lo placentero que es toparse con esas cosas inesperadas que te hacen pensar en la felicidad cuando no estás viviéndola. La felicidad como un episodio que va y viene. El choque con los sucesos cotidianos, la constatación de lo cruento, el repaso de una historia hecha carne en pleno caos. La ciudad cercada, la sangre que corría en mi calle ese día que murió Kurt Cobain. Mi calle, ja, era una línea periférica de flores,  con niños jugando y con Tati, enamorado y enigmático. Las paletas rosas en la esquina en el verano, la infancia. La felicidad de los helados en la boca, del rock de garage en la cuadra. El invierno de penetrante frío bajo los faroles en esas noches de apagones cuando los tanques pasaban, los soldados fumaban  y desde mi ventana empañada de vaho los miraba como personajes de un montaje tenebroso . 
  • El primer beso, la felicidad con su faz tímida, los primeros juegos sexuales, la lluvia de agosto con Pixies en el walkman y las clases sobre Platón. A veces el pavor se cruzaba con la felicidad en un efecto absolutamente bizarro. Una cosa freak, diría Tati. Tan diferente a ver cadáveres al atravesar un parque a las 7 de la mañana, caminando hacia la panadería. El aroma a pan tibio se convertía en un recuerdo triste pero allí estaba la ruma de comics  en casa y Batman partía con su capa oscura hacia la ciudad Gótica. Amor platónico, felicidad.

  • El número 49 es ahora un número de muerte. En México se murieron 49 bebés  en una guardería por ese antiguo mal de las burocracias, la negligencia. No leí los detalles. Los leeré luego, 49. Y me decía como un bebé que es la felicidad de sus padres puede morir en un momento. No quedará más que su rostro en la memoria. La felicidad puede desaparecer para siempre. O no, y eso sería como renacer. A veces creo que sólo tendrías que volver a nacer para ser feliz, si se te muere un hijo.  
  • La felicidad puede ser chocante en medio de tanta infelicidad. Puedes aborrecer la idea de ser feliz desde un no a todo lo ominoso. Pero de alguna manera es como suicidarse sin matarse. Y la felicidad no tiene que ser necesariamente aséptica, una especie de atributo ornamental en un panóptico vasto. Así que no habría que temerle a sus escénicas como si fuera cinematográfica. ¿Podría elegir cierta felicidad como si fuera un objeto de catálogo?.

  • A los 4 años la dicha tiene un color o varios colores. Cromática, focalizada, constante.  A los seis, hay terror. Suele aparecer el horror-dream frecuente. A los 10 años, los niños, se sabe, [¿recuerdan?] son capaces de cometer algo terrible. La felicidad se ha convertido en algo indefinido. A los 15 sin duda la felicidad se asocia a los besos, el fulgurante cuerpo, la epifanía de los cuerpos. Luego es difícil hablar de la felicidad, excepto que cuando eres estudiante, te obsesionas con conquistas del saber, si te causa placer lo que estudias, si hay un sentido en lo que estudias, un sentido vocacional, muchas maneras de agotarse pero no de rendirse. O la vida del paria juvenil. El vagabundo de nuestros tiempos que se convierte en un mísero de la sociedad, tal vez podría transformarse en un salvaje ilustrado pero eso actualmente es sui géneris. Es el tiempo de las pandillas y del maxim conformismo si no hay ese revival de una politik fresca, sin slogans miles de veces turbios. Discursiva simplista. Dogmas. O qué, dime qué, ¿dónde se ha ido la felicidad?.
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  • Tónica de palestinos errantes. Bagua y sus desaparecidos, la infravida de los heridos de las guerras. ¿Dónde se ha ido la felicidad?. 
  • No soy culpable de nada, eso dices. El planeta gira y no te enrostraré nada. Sólo me digo que no se trata de ríos serenos por enarbolar. ¿Una mirada zen al filo del camino?. O es el tiempo en el que vas y te sientes encapsulada en una burbuja-sueño. Plaf, se rompe. No hay burbujas.
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  • La felicidad cinematográfica con su River Phoenix en el sueño. Esplendor en la hierba, un film en blanco y negro desplazado por Kill Bill y las muchachas vengadoras en Death Proof.  La felicidad sin James Dean pero también con él, en el corte de un tiempo feroz. El gesto del inconforme. La felicidad en El Rayo verde de Rohmer o en secuencias alternadas de Ethan Hawke como Hamlet. Una especie de realeza under, de abstracción y belleza. Las cosas que no se vuelven espantosas. La felicidad cinematográfica, por tiempos, así con deseo, música y una eterna playa en la memoria.

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