Cascadas de agua pura. Agua por todas partes. Vivir en una casa flotante. Fantástico.
De vez en cuando sueñas con el h20 copando los espacios. Es tu sueño preferido, V. El sueño fetiche, es decir el fetiche escurridizo.

Sencillo. Después de ver ese film al filo del amanecer, por escenas salteadas porque quería dormir pero la película me atrapaba, tenía sed. Busqué agua con las escenas frescas en la cabeza. El muchacho preguntaba a gritos ¿Dónde están mis elefantes? y un tipo le golpeaba con total saña. El chico caía y caía pero claro, se recuperaba luego y peleaba furibundamente con lágrimas en la cara. Su elefante muerto y convertido en gigante souvenir se exhibía doradamente y el tipo que estaba a punto de desplomarse se reía malévolamente. Lo único que le quedaba para herir al chico, quien le asestaba el golpe final y buscaba a la arpía, la criminal con látigo. Y la película seguía entre rascacielos, un helicóptero y una caída estruendosa.



Calmé mi sed. Y me sentí cuerpo con deseos de tocar un rostro, un cuerpo. Otro cuerpo. Escuché sonidos leves. Ah, eran los ecos de las calles. La ciudad es un cuerpo bárbaro.

Entonces el deseo opera aleatoriamente o quizá sucede así por temperamentos. Veía al chico peleando con cientos de hombres y una vez más confirmaba que Tarantino en Billy Kid, toma las peleas de los films asiáticos y en su film Beatrix Kiddo con su espada brillante vence a cientos de muchachotes fieros pero nunca tan diestros como ella. Nunca.

H2o. Sexo. Lucha. Nos convertimos en dínamos. Fuego.
Agua. Asociaciones. Sexo.

Repensé. Podrías escribir en twitter sobre sexo, mucho, si quieres. V, lo que pasa es que monotemáticamente no te sale la cuestión escritural. Pero tiene su fulgor escribir sobre sexo. ¿Lo creen?.

Y esa resonancia de fluídos. Un murmullo en el vientre. Transpiración. Escribir sobre eso. Y el beso. Cuello mojado.