“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"
Bosques y máquinas//
“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean" Devotage III
30.7.08 @ 4:28 p. m. [Cómo me gusta recordar tu belleza abstracta cuando viajo en el bus] Yo sé que soy feliz a ultranza algunas veces que escribo. Por eso ahora quiero escribir sobre ti, un poco. Solamente un poco. Escribir por ejemplo que por ti lo que escribo se desliza encima entre Lima, las rutas del mundo, lo sobrenatural, el cuerpo, tu belleza, mi diapasón, el retronaif, el futurismo fragmentado, el dorado remix que creaste en mi cabeza sin saberlo: vivo en la ubicuidad. Eso es algo diferente a vivir en la fantasía. Desdoblar el cuerpo para que viaje en la escritura es la gran aventura. Si me faltara, todo sería como un páramo o como la Nada. Si me vieras ahora te provocaría saltar a esta insondable zona, mientras el bus atraviesa aceleradamente la Avenida Rostedal y se interna en el laberinto de la ciudad periférica. Nils Petter Molvaer suena en mi cabeza y te veo desnudo con el corazón marcado por pintura gel. Performance armada con tus gestos y los míos, paredes con graffitis, jazzistas con saxos pasando por el pasillo del bus. Nunca tuvimos alas y nos decían ángeles cuando teníamos 19 años y solíamos garabatear los pizarrones en aquella casona de outsiders, ¿te acuerdas cómo nos querían? ¿quién dice que los outsiders son incapaces de querer? . El presente es algo más difuso si lo miras caleidoscópicamente. Ya no tenenos mucho que decirnos en un instante y al siguiente nos falta el lenguaje para destruir lo que nos molesta. Deliberamos, nos separamos, volvemos a vernos, hacemos pompas de jabón en las calles y leemos mucho otra vez a los nenes beat para voltearles las ganas de masturbarse que tienen y que te acogotan si estás en otra parte, donde ya no hay espacio para los onanistas convulsos. Y nos salvajearemos los cuerpos más tarde, sin testigos, sin paradas de bus cerca, como alienígenas en un planeta deshabitado. Y hacia el fin de la tarde atravesaremos esos túneles, esas zonas de horror que se autodestruyen cuando pasa alguien que conoce cómo mutar sin ninguna magia. Algo así como la metempsicosis que te lleva a un no-lugar. Tú sabes cómo es eso, tú estás hecho de instantes cristalizados que conozco. Tu sinfónica natural me hace otra y la mía te hace otro. Por eso afuera no hay agrimensores cuantificando qué hacemos, aprisionándonos en el panóptico. Nosotros los vimos y nos comimos sus cerebros, pestañeando divertidos. Que el acto de la destrucción nos purifica como diría una canción de Vive la Fête, compuesta para oírla frente al mar cuando va a amanecer. O que los cadáveres del lenguaje sean quemados en la pira de la underfiesta nos limpia. Siempre estamos limpiándonos para ser otros. Después de ensuciarnos, nos limpiamos como kamikazes en su última noche, vivos. Pero a veces todo es tan teatral que verte con esas medias de sportboy parece un detalle ínfimo, un toque de comicidad prescindible. Y me quieres devorar allí mismo porque al fin eres como una flor carnívora y yo te quiero como se quiere a algo imposible y me canso. Así que salimos a la autopista, esperando ese bus que va a ninguna parte. Queremos dejarnos ir y caminamos como dos cuerpos que están a punto de incendiarse, allá en ese punto donde nadie sabe qué va a pasar. Pero tú no estás, lo sé y yo que comenzé a escribir sobre ti porque recordaba tu belleza abstracta, camino hacia una rockola vieja en medio de la Nada y otra vez escucho a Nils Petter mientras anochece. Etiquetas: nils peter molvae, relatos, vive la fête ◄ Older & Newer► |