Bosques y máquinas//

“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"



Los amigos, las soledades, el blog
5.6.08 @ 4:06 a. m.

Si me detengo a pensar que la vida es como en los films de Todd Solondz, me viene esa cosa turbia y triste a la barriga, al fondo, más allá de los intestinos . Así se siente. Pero yo noy alguien que se desgañite o se ponga tristona por horas, y no sé si creer que eso es una virtud, Si todo es tan evidente, porque recuerdo a una amiga que solía emanar una vitalidad aunque estuviera deprimida. Era un caso, lo sé. Rodaba por una pendiente peligrosa de la que escapaba conversando largo tiempo. Una de nuestras amigas era su terapeuta a la manera de dedicada oyente, levantándose para estirar las piernas, tomando agua mineral, sosteniéndola cuando ella lloraba porque no resistía un segundo más esa avalancha de nudos atragantándola, Si no se ahogaba y ya no podía reír ni burlarse de sí misma. Estallaba, pero intentaba con todas sus fuerzas, no ser insoportable con quienes la querían. La vi siempre acompañada cuando necesitaba que la escucharan. La cercanía de los amigos, el bolondrón festivo en los paréntesis, las reuniones en los bares, alejándose de las terribles noticias porque uno de sus enamorados se había muerto en una explosión y ya no quería oír noticieros, saber sobre atentados, no más.

Me preguntaba sobre cómo el blog ha sido como una tabla en medio de un naufragio en algún momento. Una navegando en una rústica balsa, escribiendo en medio del oleaje. Y el rocío cayendo de la nada, es decir, un sueño hecho realidad, o no, una ilusión con balsa, océano, y ese rocío cayendo de pronto, porque sí. Me preguntaba cómo hemos llegado a este punto, en el que nos hemos distanciado. Vivimos en lugares tan lejanos, y nos acercamos vía blogs. No todos mis amigos escriben, (en realidad casi no escriben) llevan unas vidas vertiginosas, mucho más que la mía. Pasan por otros continentes, son realmente unos outsiders, no tienen hijos, y lo único que pienso les falta es contar lo que les ocurre. Pero ellos no demuestran enamorarse de las palabras y al demonio:¡suck!, no tienen por qué hacerlo.



*



La vida no es para todos como los films de Todd Solondz, pero eso no es tranquilizador, sólo que se relaciona de alguna manera con lo que he estado rumiando: el por qué han habido pocos comentarios en Film X. Más allá de no estar en los círculos de escritores o de gente que se considera artista, no chateo con nadie, no me inscribo en redes de facebook ni en ninguna afin, y no porque me crea una antisocial sino porque de verdad mi tiempo ya está bastante constreñido y porque aunque mi hijo ya no está conmigo a tiempo completo, tengo que verlo, saber cómo le va aunque no sea yo una típica y ponderada madre. Y porque no quiero fastidiarlo, que es lo que más me molesta de los padres. Sólo que a veces es inevitable, como ahora que sé que el reaggeton ha llegado a su vida, aunque desde recién nacido escuchaba durante años, Radio Filarmonía, que es una emisora dedicada a la llamada música clásica, aquí en Lima y ambos amábamos a Mozart. Aunque él no se emocionara con Wagner, quería a Handel.

Así es de fuerte la red social, que te lleva a escuchar música horripilante como si fuera gloriosa. A mí me hablan de reaggeton y encuentro por todas partes unos sonidos a los que no les atisbo ni siquiera un noise estimulante. Y otra vez al diablo me digo, así que lo que hago es suscitarle a A, o intentarlo, un interés por varias expresiones musicales, por las maravillas que aparecen y nada más. No puedo imponer a un niño lo que a sus cuatro años hubiera hecho, como llevarlo a talleres de música. Pasó el momento. Y es también eso la soledad, o cierta soledad. Pensar en todo eso sabiendo que lo escribes para que solamente lo lean, mas no importe, es decir para el 99% no importe.
Así que me muevo en un medio donde la soledad tiene cara de blog y hay días que son como sesiones maravillosas, entre el twitter, la bitácora y los trabajos en casa, los biorritmos de cada día y de cada noche.

Me doy cuenta que de alguna manera me estoy quejando y quisiera decir que no, que no me quejo ni quiero hacerlo. Pero todo me indica que sí quiero, más que quejarme, regañarme, por esa necedad de quien se dice que no dejará envolver por ninguna clase de espectativa. Es por el agnosticismo decantado, traicionado por mí al esperar algo, alguna señal. Es una idiotez, muy humana. Así que Nietzsche asoma con sus bigotes grandes y su mirada fuerte, con su Así hablaba Zaratustra, para hacerme pensar no en un superhombre que ve a la gente como una masa de gente inferior, sino que se separa de la gente, que se distancia para contemplar el bosque. Y que eso es necesario por un tiempo, porque a mí me gusta la gente en el sentido más expansivo, para compartir música por ejemplo, para conversar sobre Jan Svanjmaker o sobre los espárragos frescos que vi en el supermercado, o sobre la lluvia en estos días, y acerca de cosas sencillas, fetiches por ejemplo. Porque te encuentras con unos éxtasis que son como signos de una revolución molecular, impresiones, admiraciones, descartes, en fin, es todo un universo y por eso me gusta conversar y conocer gente, que es una poderosa manera de sentirse vivos.

Lo que necesito es ir a una fiesta. ¿Ustedes van a muchas?. Una fiesta báquica, una gran fiesta. Eso necesito. en un estilo mitológico con reminiscencias bárbaras. Postrock y eros. Aleluya.

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