Bosques y máquinas//

“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"



Señal en el camino
10.2.08 @ 4:41 a. m.

He tenido una señal.
Mi padre creía en las señales. Yo siempre creí en la antípodas del azar, de manera rudimentaria, de a pocos y luego al crecer encontré monstruos tiernos entre mis cosas, las cosas guardadas, el bólido tiempo, los aprendizajes, las máquinas musicales, el cine, los libros.
Anoche mirando a las muchachas cajeras en el supermercado, percibí eso que llaman la otredad. Pensé en sus vidas, o intenté imaginar sus vidas, vi sus manos en movimiento y cómo algunas solían morderse los labios. Se les veía cansadas y volví a pensar en cómo serían cuando terminaran sus trabajos, se quitarían los uniformes en sus casas con displicencia. Antes se habrían besado con sus enamorados, quizás habrían sido felices por un rato. Dulcemente felices.

No puedo cerrar el blog, pensé luego. No quiero hacerlo. Miré la cantidad de visitas a mi perfil y me di cuenta que sí, que Film X es leído. Gracias a todos por estar aquí. De veras hubiera querido que se animaran a comentar y por eso he pensado que si dejo una casilla de mensajería, cuando quieran pueden dejar sus saludos.
Gracias especialmente a Zona Tomada, la Trinidad en Uno, a Hamletmaschine y a cada uno de los que llegaron a esta bitácora a comentar. Ah, ese especialmente es insuficiente, suena a agradecimiento oficial, esperando el aplauso. Clap, no hay ovación, apúntese a la travesía con destino no planificado.
La gracia de su alegría señorita me emociona, me dijo una vez un señor que se parecía al Doctor Lecter.

Vamos, ahora mismo tengo en mente ideas que soltaría si no fuera porque no quiero dispersar el post. Les hablaría de Cidade Baixa, el film brasilero que vi anteanoche, después, de la cara de Antonio Fagundes, con esa divertida expresión mientras sumergía en el agua a un hombre, siendo dios, un dios brasileño, en un film que vi comenzado antes de irme al supermercado y de cómo la teología me rayaba en un curso que llevé hace un tiempo. Un blog personal probablemente convoca a otras voces por las empatías y cuando te das cuenta que hay algo que te perturba y que eso está relacionado con la bitácora, y sí además aparece una señal, algo que interpretas tal vez caprichosamente, te aquietas por la necesidad de escucharte y que el corazón se te comprima no importa aparentemente. Ciertas apariencias ayudan hasta un punto y nada más, luego te aprietan, te acogotan. Corazonada de noche, ¿y si mañana todo cambia?

Hay que leer más a quienes te sostienen, me dije, a Susan, volver a Bunatti que se me perdió una noche de bondad, equívoco regalo de una desbocada corriendo por el Malecón de Miraflores. Ah, mas no te arrepientas de tus actos. Y basta. Sé que podría madrugar para dedicarme a la literatura, ahora que pertenezco al lugar de las no pertenencias. Querría viajar más escribiendo y que ninguna nostalgia asaltara mis noches o los despertares cuando al cepilllarme los dientes, veo que salen sombras de mi boca. Soy un monstruo, pienso. Un buen monstruo.



Nota.- Creo que lo de la casilla de mensajes fue una idea desafortunada. El sentido de estas palabras es el mismo que he dicho después de equivocarme algunas veces.
Preferí poner esta nota antes que borrar la intención escrita. Es como dejar en el post una errata emocional y luego corregirla en un pie de página.
Seguiré escribiendo y comentando en vuestros blogs. Chao.

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