“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"
Bosques y máquinas//
“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean" No, sí, era Mao
11.8.08 @ 6:52 p. m. La cara de Mao con rouge, china chola, no sé si es inspiradora o acosadora. Me levanté con ella en la cabeza y me reí. Pienso en ella y me dan ganas de escribir, de armar un puzzle olvidado por allí entre cajones refundidos en una esquina. Necesisto comprar cajas de ternopol y ponerlas en mis repisas nuevas, que me gustan por lo rústicas que se ven. Mi espacio es como un atelier sin pintor. Escucho vía last.fm a Leusemia. Si no fuera por eso Daniel F estaría entre cassettes reunidas en las pequeñas cajas de North Star como cosas fetiches en el olvido. Pero qué desconcierto, last.fm pasa luego a una banda que debe ser alemana y suena a rap con riffs post-rockers. Algo extraño que no sé si a ustedes les gustaría. A mí, no me llama para ponerla en favoritos. Después vienen canciones que parecen cantadas por adolescentes con ropas de marineros de los setenta, listos para las tomas de un film que trata sobre amores en un yate rumbo a París. Todo se ve tan despreocupado y light que aburre. Pero tampoco hay ganas de ver una película gore. Ahora no. Ni una de Hitchcock o Chabrol. Tal vez una de Takeshi Kitano. Otra vez Zatoichi, creo que sí. Mao con rouge: No, es la china chola mirándome desde un más allá con escenografía de Joseph Beuys. The Flaming Lips suena y hay banderas negras en una calle de París. Camino entre los chicos del film light y al girar para no verlos, Mao está mirándome, pero me dice que es la china chola y sé que en el fondo teme que le hable de la Masacre de Tian'anmen. Porque no me engaña, es Mao y sabe que todos sus sueños sobre la Gran China se fueron por esos túneles del tiempo entre volantes sucios por las cagadas de las palomas parisinas, entre etiquetas y electrodomésticos desfenestrados por las familias con la llegada del booom pre-robótico. Historia, colapso, y al final máquinas en las ciudades superpobladas del mundo, piensa Mao quien no me quiere hablar ahora de Tian'anmen, pero sí de los poetas chinos, de los niños con pañoletas rojas recibiéndolo en el Aeropuerto, lejos de París y sus malos olores, su Torre de Eiffel, con Vive la Fête en un megaconcierto y de todo ese charm de los franceses con sus ggg musicales, algo roncos, y del Río Sena con los huesos de Jim Morrison que algún demente fan robó en una noche vampiresca. Y no sé si te hubieras llevado bien con Gilles Deleuze, al que me gusta imaginar corriendo hacia el Louvre con zapatillas azules y audífonos en las orejas. Qué conversaciones hubiera tenido contigo. Acaso te hubiera preguntado si viste El último Emperador, de Bertolucci, para llegar de pronto a los chicos de Tian'anmen. Mao, ¿sabes?, a mis 17 soñaba con ir a París. Una vez leí un poema violento sobre ese deseo en los años que caminabas por Lima y al voltear una esquina te encontrabas con cuerpos aún calientes y sin vida en el pavimento. París y esos muertos en mi mente por siempre. Y tu imagen en banderolas ocultas por la ciudad. ¡Liberatión!, gritaban en francés en mayo del parisino 68 y en los 90's en Lima tu cara estaba en tatuajes cerebrales. Mao ¿a dónde te fuiste? * Pompas de jabón en el juguete del niño que pasa. Eso y el olor a chocolate aquí. No tengo más. * Aún ando sin celular. A fin de semana querría comprarme una cámara para fotografiar la ciudad porque camino mucho cuando salgo y a veces veo a gente como Mao sin rouge, con los ojos achinados, llevando de la mano a sus hijos, veo chicos universitarios, no como los de Tian'anmen, si no esos muchachos que hablan de mastercards y noches de fiesta, y de los exámenes que vienen. A veces veo una chica con los ojos perdidos en algo que logro conocer un poco por la manera en que mira, por sus dedos delgados y el cabello que le cubre el perfil, y por el movimento de sus pestañas que se humedecen ligeramente. A ella ya la fotografié en el flash sin límites, como en esos registros de días ubicuos, cuando estás aquí pero también estás allá, entre sonidos de la licuadora, gritos del niño que pasa con su triciclo al frente, mientras limpio las mayólicas celestes y cae el agua de la ducha. Sería una novel fotógrafa colocando más fotos en mi hasta ahora exiguo Flirck, con una cámara digital en estas caminatas y Vive La Fête sonando justamente cuando recuerdo la maravillosa sombrilla de Queque, a la que ves cual si estuviera hecha de cielo negro plateado. Y tal vez Mao con rouge se reiría conmigo al hacer click a los surtidores que en las noches de Lima brillan en el Parque de la Exposición. Ven ¿cómo me deslizo con mi patineta de la alucinación? Traaaash. La china chola se está burlando de mí. Etiquetas: flaming lips, la masacre de tian'anmen, leusemia, mao tse tung, mayo 68, takeshi kitano, vive la fête ◄ Older & |