Bosques y máquinas//

“Somewhere Nabokov is smiling, if you know what I mean"



Allá en la montaña, allá en el cine
7.1.08 @ 1:43 p. m.

Vamos mi amigo te torturas en la era de los cyborgs. Cuando el mundo es una bola viviente de mierda a gran escala. Y estamos aquí solitarios, tú con pastillas en los bolsillos, pocas monedas, sin aura blanca, renegado de los barrios sin techo. Te dirían marica misio, sin ápice de elegancia. No importa, así digo cuando realmente no importa. Eres feroz al final del túnel. Te desangras un día, te muerdes los labios, y me preguntas por Bukowski, por el ángel de la poesía muerto en África y por Genet, el criminal de las calles parisinas. Escribe con rabia, tú conoces el dolor de los días sin rumbo, ese girador de tracs por cada puteada.
Desempleado, estibador de puertos en inviernos, mirando puestas sucias de sol en febrero, cuando estás cansado y reposas en una helada banca mientras anochece. No me preguntes más por los parias que hoy son célebres, la muerte los ha endulzado en esa memoria abyecta del que compadece lo que odiaba, cuando ya no existe. Mírate, mírame, no estamos lejos de ser parecidos. Obsérvame. Allá en la montaña pensé que tú eres yo cuando sufres y que yo soy tú cuando cantas, que nos mimetizamos cuando hablamos de nuestras vidas, de las caminatas por la ciudad, deteniéndonos a mirar los gatos vagabundos que parecen bailar en las cornisas. Joe Strummer sería nuestro amigo si viviera, le regalaríamos un gato de la calle, porque todos somos gatos cuando escapamos de las jaulas. Te queda luceferina la mirada de gato: cómete las palabras gastadas, tú sabes que estamos perdidos, no quebrados. Es diferente. Hoy puedes matar, siempre puedes matar, porque ya se sabe que somos como murciélagos, a veces.

Allá en el cine podemos contarnos secretos en los preámbulos, revolviéndonos en las butacas como niños malcriados. Y al final los pasillos del cine mientra el ecrán se apaga, nos despiden y nos vamos algo limpios hasta el próximo film con una canción que nadie conoce. Ah, toma las rosetas de maíz, el boleto del metro, péinate, nosotros deberíamos vivir en los subterráneos como el encapuchado en V de Vendetta, y no enamorarnos de nadie. Tú no llorarías por Natalie Porter, yo no cantaría tan mal en el alféizar, clowns con pajaritos en la cabeza.


Nadie nadie nadie
llega con un cielo abierto para destronar a la muerte. Oh, está bien, eso es grandilocuente. Y es verdad. Allá en la montaña, recordar puede ser puro. No me odies, yo también soy como un gato, y tú eres yo cuando sueñas.

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